El Consejo de Obispos Católicos Romanos de México pidió a las parroquias de todo el país que coloquen fotos de monjas y sacerdotes muertos en sus iglesias y celebren misas en honor a todos los padres fallecidos en iglesias por la violencia provocada por pandillas.
El llamado a celebraciones especiales a lo largo de julio se produjo después de que dos sacerdotes jesuitas y un guía turístico fueran asesinados el 20 de junio. Las autoridades identificaron al jefe de una pandilla local como presunto sospechoso de esos asesinatos, sin embargo, sigue prófugo.
El concilio realizó un llamado a los fieles a orar el 31 de julio por la conversión o redención de los asesinos.
Mientras tanto, otro sacerdote dijo que fue golpeado durante el fin de semana en el estado occidental de Michoacán, plagado de violencia.
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El reverendo Mateo Calvillo escribió en una carta abierta que hombres que viajaban en otro vehículo le cortaron el paso a su auto obligándolo a detenerse, y que uno de ellos rodeó su ventana y lo golpeó salvajemente. El sacerdote dijo que no conocía el motivo del ataque del 29 de junio en el pueblo de Querendaro y dijo que el hombre parecía irracional.
El 24 de junio, el Consejo de Obispos emitió una carta abierta diciéndole al gobierno que “es hora de revisar las políticas de seguridad que están fallando”.
Los dos sacerdotes asesinados, el reverendo Javier Campos, de 79 años, y el reverendo Joaquín Mora, de 80, habían pasado gran parte de sus vidas sirviendo a los pueblos indígenas de la Sierra Tarahumara. Los jesuitas fueron asesinados a balazos en la pequeña iglesia del pueblo de Cerocahui.
El Centro Católico Multimedia de la iglesia dijo que siete sacerdotes han sido asesinados bajo la administración actual, que asumió el cargo en diciembre de 2018, y al menos dos docenas en los seis años del presidente anterior.
