Reynosa, Tamaulipas.- En ambulancia y sobre una camilla fue como doña Dolores, una mujer de 89 años de edad, tuvo que acudir a realizar un trámite al banco, pues fue la única forma en la que pudo renovar la tarjeta en donde recibe su pensión; familiares esperan que los legisladores asuman la tarea de tratar el tema, y que esta situación no se vuelva a repetir.
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¿Por qué fue al banco en una camilla?
Familiares de la señora Dolores Gómez Reina, de 89 años de edad, se encontraron con más de una negativa por parte de un banco para poder realizar la renovación de la tarjeta de la mujer con la que cobra su pensión, esto pese a que ellos están acreditados como responsables para ayudarla con el trámite.
Ante esto, la mujer tuvo que acudir en una camilla hospitalaria y a bordo de una ambulancia de la Cruz Roja a la institución bancaria.
“En una ambulancia, conectada al oxígeno y en la vena que trae el suero, solamente para que ella pueda cobrar una pensión que no se le ha podido dar”, dijo
Fue así que la señora Dolores tuvo que acudir incluso acompañada de paramédicos de la Cruz Roja, su nieta, su hija y un par de abogados; pese a que todos llegaron aproximadamente a las 9:00 de la mañana, la institución demoró en abrir sus puertas cerca de media hora; mientras tanto, cuentahabientes observaron cómo la señora hacía fila a las afueras de la institución bajo los rayos del sol.
“Con ese dinero mi abuela se mantiene en el sentido de que hay que pagar la enfermera que la cuide, hay que pagar pañales, hay que pagar sabanitas, sus medicinas… todo ese asunto” contó la nieta de la mujer.
“Simple y sencillamente es nada más la tarjeta la que se necesita, el dinero están cumpliendo con el depósito, pero no se lo entregan”, dijo uno de los abogados.
La familia de la mujer que tuvo que atravesar por esta situación buscan que con este caso se pueda dejar una huella y que los legisladores traten el tema en las tribunas.
“Uno siente impotencia, lástima, siente dolor; más que enojo uno siente tristeza al tener que mover así al ser que lo crió”, contó la nieta.
Al final la abuelita salió del banco en la camilla para abordar su ambulancia, pero ya con su nueva tarjeta.
