Noticias.- Desde el pasado existen múltiples historias en las que la línea de la realidad y la ficción es muy difusa, trayendo a personajes tan fascinantes como pertubardores, como lo sería Edward Mordake, el joven noble inglés condenado, según la leyenda, a vivir con dos rostros.
Uno, el suyo, normal y sereno; el otro, una deformidad extraña con rasgos humanos, semi-expresivos, adheridos a la parte posterior de su cabeza, que según su propio testimonio, lo perseguía con burlas, susurros y miradas que nunca descansaban; su historia es la siguiente.
¿Quién fue Edward Mordrake y cómo nació con dos caras?
Mordrake nació en el siglo XIX como heredero de un título nobiliario inglés, según cuenta la leyenda, la cual la ciencia moderna ha intentado explicar, señalándolo la condición de este personaje como diprosopia, una malformación congénita extremadamente rara que provoca la duplicación parcial o completa de las estructuras craneofaciales.
A diferencia de los siameses, que se originan por la división incompleta de un embrión, la diprosopia se debe a una duplicación de la notocorda, una estructura embrionaria esencial en todos los vertebrados. Esta anomalía puede generar dos crestas neurales, las cuales forman dos caras diferentes en un solo cráneo.
¿Qué leyendas y misterios rodean la vida de Edward Mordrake?
La leyenda cuenta que la segunda cara de Mordake no solo era visible, sino activa. Aunque no podía hablar, sus labios se movían como si lo hiciera, y sus ojos bizcos, que nunca se cerraban, seguían con la mirada a quien se le acercaba. Mordake aseguraba que el rostro le susurraba por las noches, impidiéndole dormir y empujándolo a una profunda depresión.
“Ninguna imaginación puede concebir las terribles tentaciones que me presenta... por alguna maldad no perdonada de mis antepasados, estoy unido a este demonio...”, confesó supuestamente a sus médicos, Manvers y Treadwell.
A pesar de la vigilancia médica, Edward logró envenenarse. En la carta que dejó antes de morir, rogaba que destruyeran el rostro adicional “para que no continúe sus terribles susurros en mi tumba”. También pidió ser enterrado en un lugar desolado, sin lápida ni inscripción alguna.
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