Noticias.- Ana Richter parecía la niñera perfecta: amable, confiable y siempre con una sonrisa, pero detrás de esa dulzura se escondía algo mucho más oscuro, pues Ana solo aceptaba cuidar a los recién nacidos y siempre de noche.

Cuando los padres se iban, comenzaba la pesadilla, Ana colocaba pastillas para dormir en el biberón y cuando los pequeños se quedaban dormidos, los llevaba al cuarto, los mataba y se comía sus órganos.

Al día siguiente, inventaba que los bebés habían desaparecido mientras jugaban. Con el tiempo, las desapariciones comenzaron a relacionarse con ella. Hasta que una noche, unos padres regresaron antes de lo previsto y la encontraron cubierta de sangre, con productos de limpieza en las manos.

La policía llegó de inmediato y Ana fue arrestada sin mostrar el menor remordimiento, revelando así el espeluznante final de una historia que estremeció a toda la comunidad.