El embalse más grande de EE. UU. se ha reducido a un mínimo histórico en medio de una severa sequía y las demandas de 40 millones de personas en siete estados que están secando el río Colorado. La megasequía en el oeste de EE. UU. se ha visto agravada por el cambio climático. La temporada de incendios forestales se ha vuelto más larga y las llamas más intensas, las temperaturas abrasadoras han batido récords y los lagos se están marchitando.
Una vieja lancha motora abandonada sobresale del lodo agrietado como una lápida gigante. Su epitafio podría decir: Aquí yacían las aguas del lago Mead. El retroceso de las aguas del Área Recreativa Nacional del Lago Mead ha revelado los restos óseos de dos personas junto con innumerables peces disecados y lo que se ha convertido en un cementerio de embarcaciones olvidadas y varadas.
Se han varado casas flotantes, veleros y lanchas motoras, creando una escena surrealista en un paisaje desértico accidentado. Una boya que una vez marcó una zona prohibida para botes se encuentra en la tierra, sin una gota de agua a la vista. Incluso una embarcación hundida de la era de la Segunda Guerra Mundial que una vez inspeccionó el lago ha emergido de las aguas menguantes.
La naturaleza no creó este paraíso de aguas tranquilas para pescar, acampar y navegar en kayak. El poderoso río Colorado que divide a Nevada de Arizona una vez fluyó debajo de las paredes del Cañón Negro hasta que se erigió la Presa Hoover en 1935 para riego, control de inundaciones y energía hidroeléctrica.
El embalse está ahora por debajo del 30 por ciento de su capacidad. Su nivel ha bajado 170 pies (52 metros) desde que alcanzó su punto más alto en 1983, dejando una línea blanca brillante de depósitos minerales en las paredes marrones del cañón que se cierne sobre los botes a motor que pasan, tan altos como un edificio de 15 pisos.
La mayoría de las rampas para botes se cerraron y los muelles de la marina se trasladaron a aguas más profundas. Un cartel que marca el nivel del agua en 2002 inconcebiblemente se alza sobre un camino que desciende hasta los amarres en la distancia.
La caída del nivel del agua tiene consecuencias no solo para las ciudades que dependen de la futura fuente de agua, sino también para los navegantes que tienen que navegar en aguas poco profundas y evitar islas y bancos de arena que acechan debajo de la superficie antes de emerger.
Craig Miller estaba dando vueltas en su casa flotante el mes pasado cuando el motor se apagó y flotó hasta la orilla. En cuestión de días, el agua hasta la rodilla donde su bote se detuvo se había ido.
“Es asombroso lo rápido que bajó el agua”, dijo Miller. “Estaba sin salida al mar”.
Compró bombas y trató de dragar la arena alrededor del bote para crear un canal hacia el agua, pero no pudo adelantarse a las aguas que retrocedían. Un remolque desde aguas poco profundas, originalmente estimado 4 mil se disparó a un trabajo de rescate de 20 mil cuando quedó abandonado.
Miller pasó tres semanas en el barco varado, pasando gran parte del tiempo sumergido en el agua para mantenerse fresco en el calor de tres dígitos. El día antes de que los guardaparques le dijeran que tenía que sacar el bote de la arena, Dave Sparks, una personalidad de las redes sociales conocida como Heavy D, que había visto un video sobre la difícil situación de Miller, apareció con un equipo para sacar el bote. de la orilla y remolcarlo a un puerto deportivo.
Otros han acudido en masa al lecho seco del lago para tomarse selfies en el inquietante paisaje o contra el telón de fondo de lo que parece un anillo colosal alrededor de una bañera.
El fondo del lago seco parece vidrio hecho añicos, las grietas se expanden bajo el calor del sol y el lodo se desvanece de marrón a beige.
Un pequeño banco de peces muertos ha sido apoyado sobre sus colas y colocado en un círculo.
A medida que el sol se pone hacia el oeste sobre Las Vegas, la luz ilumina el cuerpo ahuecado translúcido y la cuenca del ojo vacía de un pez. Su boca está abierta como si estuviera tratando de respirar.