Noticias.- Con la llegada del Año Nuevo, las familias católicas se preparan una de las tradiciones más arraigadas en México: la devoción a la Divina Providencia. Esta práctica se realiza como una muestra de gratitud para pedir que nunca falte "casa, vestido y sustento" en los hogares.
Sin embargo, para que esta costumbre mantenga su sentido espiritual, es importante distinguir entre la verdadera fe y las supersticiones de estas fechas. Te contamos más.
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¿Cuándo y dónde se deben bendecir las doce velas de la Divina Providencia?
El momento más importante para esta tradición es el 1 de enero. Durante las primeras celebraciones eucarísticas del año, los fieles acuden a los templos con sus paquetes de doce velas (una por cada mes del año) para que sean bendecidas por el sacerdote.
Ese mismo día, la Iglesia celebra la Misa de la Divina Providencia, dedicada a la Santísima Trinidad. Como parte del ritual, es común que los asistentes depositen tres monedas en alcancías especiales de tres ranuras; esta ofrenda simboliza la generosidad del creyente, quien, al recibir bendiciones de Dios, decide compartirlas con los mas necesitados a través de las obras de caridad de su parroquia.
¿Qué elementos están prohibidos bendecir en el templo?
La Iglesia Católica destaca que esta tradición debe estar libre de amuletos. Por ello, está prohibido llevar a bendecir objetos que pertenecen al campo de la magia o la brujería, tales como:
- Semillas "mágicas" o borreguitos de la abundancia.
- Cruces de ocote, espejitos o monedas de la suerte.
- Sábilas decoradas con moños o amuletos.
¿Cómo se prenden las velas mes con mes y por qué no deben mezclarse con la magia?
El orden para encenderlas es sencillo: se enciende una vela el día primero de cada mes y se deja consumir totalmente en un lugar seguro del hogar.
Es vital no caer en la creencia de que el color de la vela determina un beneficio. La Iglesia enseña que eso es superstición, pues mencionan que la vela debe ser un signo de oración, no un objeto mágico.
Se recomienda convertir el encendido de la vela en un momento de oración familiar.
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